lunes, 24 de febrero de 2025

¿UN LIMONOV DE PELÍCULA CONTRA EL VERDADERO LIMONOV?


El estreno de la película de Kirill Serebrennikov, basada en Limónov, la novela de Carrère, plantea algunas cuestiones que ya se suscitaron tras la publicación del libro del multipremiado y multiaclamado escritor francés, una de las más notables supercherías literarias de este siglo, solo posible cuando detrás se encuentra la bien engrasada maquinaria francesa de creación de celebridades literarias o filosóficas. ¿Recuerdan ustedes aquella irrupción de "la nueva filosofía", presentada como genuina expresión de la modernidad, que iba a finiquitar todas las corrientes filosóficas anteriores? ¿Qué queda de sus máximos representantes, Bernard-Henri Lévi y André Glucksmann, si no es su cruel defensa del genocidio israelí en Gaza?


Quizá sea la influencia del libro de Carrère la que lleva a un crítico de cine a acompañar el nombre del autor ruso de todos estos calificativos: "ególatra, prepotente, egoísta, soberbio, violento, maleducado, cargante, esquizoide, y provocador". Justamente, en la nota necrológica que publicamos a la muerte del escritor, nos referíamos a esos comentarios que insisten en los tópicos difundidos por el libro de Carrère:

 

"Quizá el más difundido sea el de que Limónov debe su fama al libro del escritor francés, cuando, en realidad, es lo contrario: Carrère encontró en la vida y obra de Limónov un material inmenso que empleó para escribir un libro que se limitaba a resumir en un estilo romo sus novelas autobiográficas, acotadas aquí y allá con comentarios y juicios perfectamente prescindibles cuando no insidiosos. De su libro procede la visión estereotipada de Limónov como un autor de novelas sulfurosas, mimado por la Intelligentsia parisina hasta que salieron a la luz su apoyo a los serbios en la guerra de Yugoslavia y sus supuestas tendencias filonazis con la fundación del Partido Nacional Bolchevique,

Lo cierto es que Edward Limónov era en la actualidad el escritor ruso más importante, autor de una extensa obra en la que retrata con incisiva mirada la Unión Soviética de Jruschev y, tras su exilio en Estados Unidos, el American Way of Life. Recordemos también sus tres años en las cárceles de Putin y sus continuos arrestos por participar en las manifestaciones que reclamaban el derecho de reunión.

 

Reproducimos a continuación parte del artículo publicado por Zajar Prilepin refiriéndose, precisamente, a las tergiversaciones en que incurre el libro de Carrère:

Emmanuel Carrère ha escrito un libro muy incisivo y, en su conjunto, atractivo. 
La parte más interesante : la propia voz de Carrère, sus observaciones personales al margen de Limónov.
De ahí que la Introducción, es decir, las primeras 30 páginas, sean las más interesantes.
A partir de ahí, pasa a exponer, casi al pie de la letra, los libros del propio Limónov (al principio con todo detalle, y luego de forma cada vez más precipitada), lo que a los lectores de Limónov resultará, evidentemente, un tanto pesado.
Carrère insiste en llamar a su libro “novela”, pese a que, por su forma, se trata de una biografía en toda regla: en él no hay nada que recuerde a una novela.
No es difícil comprender por qué lo hace Carrère, pues, al componer su libro no hace ninguna distinción entre el protagonista lírico de los libros de ficción del escritor Limónov y el hombre concreto llamado Edward Savenko.
Sin cuestionarse nada, Carrère rellena su relato con episodios de las novelas de Limónov, haciéndolos pasar, de una u otra manera, por acontecimientos reales. 
Para no cargar con la responsabilidad, es preciso llamar al libro “novela” y asunto resuelto. […]
 

Carrère habría podido entrevistar a los amigos franceses de Limónov y describir, al menos, su época parisina comparando la prosa de ficción con la realidad.

¡En París, decenas, por no decir cientos, de personas recuerdan perfectamente a Limónov y a Natalya Medvedeva, su compañera de entonces!
¿Por qué haber dejado pasar tal oportunidad de trabajar mínimamente con las fuentes originales?
No obstante, la principal objeción no es esa.
Carrère ha optado por la facilidad, exponiendo a su manera los temas más llamativos de los libros verdaderamente sugerentes de Limónov.
Hay que admitir que el ensordecedor éxito de su libro está relacionado, precisamente, con el hecho de haber escrito un libro ligero e incluso, no me asusta la expresión, sin rigor.
Hay algo más que me desconsuela: la superficialidad de muchas de las representaciones de Carrère sobre Rusia. 
El pobre Carrère especifica trescientas veces en su libro, especialmente para su lector europeo, que Limónov es un “vil fascista”, y después de eso, otras trescientas veces, con la más absoluta sinceridad, trata de explicar que a pesar de su “vil fascismo”, Limónov es un buen hombre:  compasivo, honesto y valiente. 

 

Animamos, pues, como proponemos en el cartel que abre esta entrada, a conocer a Limónov sin intermediarios.