El estreno de la película de Kirill Serebrennikov, basada en Limónov, la novela de Carrère, plantea algunas cuestiones que ya se suscitaron tras la publicación del libro del multipremiado y multiaclamado escritor francés, una de las más notables supercherías literarias de este siglo, solo posible cuando detrás se encuentra la bien engrasada maquinaria francesa de creación de celebridades literarias o filosóficas. ¿Recuerdan ustedes aquella irrupción de "la nueva filosofía", presentada como genuina expresión de la modernidad, que iba a finiquitar todas las corrientes filosóficas anteriores? ¿Qué queda de sus máximos representantes, Bernard-Henri Lévi y André Glucksmann, si no es su cruel defensa del genocidio israelí en Gaza?
Quizá sea la influencia del libro de Carrère la que lleva a un crítico de cine a acompañar el nombre del autor ruso de todos estos calificativos: "ególatra, prepotente, egoísta, soberbio, violento, maleducado, cargante, esquizoide, y provocador". Justamente, en la nota necrológica que publicamos a la muerte del escritor, nos referíamos a esos comentarios que insisten en los tópicos difundidos por el libro de Carrère:
"Quizá el más difundido sea el
de que Limónov debe su fama al libro del escritor francés, cuando, en realidad,
es lo contrario: Carrère encontró en la vida y obra de Limónov un material
inmenso que empleó para escribir un libro que se limitaba a resumir en un
estilo romo sus novelas autobiográficas, acotadas aquí y allá con comentarios y
juicios perfectamente prescindibles cuando no insidiosos. De su libro procede
la visión estereotipada de Limónov como un autor de novelas sulfurosas, mimado
por la Intelligentsia parisina hasta que salieron a la luz su apoyo a
los serbios en la guerra de Yugoslavia y sus supuestas tendencias filonazis con
la fundación del Partido Nacional Bolchevique,
Lo cierto es que Edward Limónov era en la actualidad el escritor ruso más
importante, autor de una extensa obra en la que retrata con incisiva mirada la
Unión Soviética de Jruschev y, tras su exilio en Estados Unidos, el American
Way of Life. Recordemos también sus tres años en las cárceles de Putin y sus continuos arrestos por participar en las manifestaciones que reclamaban el derecho de reunión.
Reproducimos a continuación parte del artículo publicado por Zajar Prilepin refiriéndose, precisamente, a las tergiversaciones en que incurre el libro de Carrère:
Emmanuel
Carrère ha escrito un libro muy incisivo y, en su conjunto, atractivo.
La parte más interesante : la propia voz de Carrère, sus
observaciones personales al margen de Limónov.
De ahí que la Introducción, es decir, las primeras 30
páginas, sean las más interesantes.
A partir de ahí, pasa a exponer, casi al pie de la letra,
los libros del propio Limónov (al principio con todo detalle, y luego de forma
cada vez más precipitada), lo que a los lectores de Limónov resultará,
evidentemente, un tanto pesado.
Carrère insiste en llamar a su libro “novela”, pese a que,
por su forma, se trata de una biografía en toda regla: en él no hay nada que
recuerde a una novela.
No es difícil comprender por qué lo hace Carrère, pues, al
componer su libro no hace ninguna distinción entre el protagonista lírico de
los libros de ficción del escritor Limónov y el hombre concreto llamado Edward
Savenko.
Sin cuestionarse nada, Carrère rellena su relato con
episodios de las novelas de Limónov, haciéndolos pasar, de una u otra manera,
por acontecimientos reales.
Para no cargar con la responsabilidad, es preciso llamar al
libro “novela” y asunto resuelto. […]
Carrère habría podido entrevistar a los amigos franceses de Limónov y describir, al menos, su época parisina comparando la prosa de ficción con la realidad.
¡En
París, decenas, por no decir cientos, de personas recuerdan perfectamente a
Limónov y a Natalya Medvedeva, su compañera de entonces!
¿Por qué haber dejado pasar tal oportunidad de trabajar
mínimamente con las fuentes originales?
No obstante, la principal objeción no es esa.
Carrère ha optado por la facilidad, exponiendo a su manera
los temas más llamativos de los libros verdaderamente sugerentes de Limónov.
Hay que admitir que el ensordecedor éxito de su libro está
relacionado, precisamente, con el hecho de haber escrito un libro ligero e
incluso, no me asusta la expresión, sin rigor.
Hay algo más que me desconsuela: la superficialidad de
muchas de las representaciones de Carrère sobre Rusia.
El pobre Carrère especifica trescientas veces en su libro,
especialmente para su lector europeo, que Limónov es un “vil fascista”, y
después de eso, otras trescientas veces, con la más absoluta sinceridad, trata
de explicar que a pesar de su “vil fascismo”, Limónov es un buen hombre:
compasivo, honesto y valiente.
Animamos, pues, como proponemos en el cartel que abre esta entrada, a conocer a Limónov sin intermediarios.