martes, 6 de octubre de 2020

NOVEDAD OTOÑO 2020. "EL ADOLESCENTE SAVENKO O AUTORRETRATO DE UN BANDIDO ADOLESCENTE"

 

En este libro hay poca política. En él no encontraréis una mirada inteligente sobre la realidad, sino el parecer de un adolescente, un adolescente de clase obrera rodeado de gente de su misma clase social.
El libro ha resultado cruel y vivo al mismo tiempo. A diferencia de otras obras de escritores soviéticos, no hay política en él, o no es esa su intención. Mi intención era escribir sobre la vida y avatares de un adolescente. La acción transcurre los días 7 y 8 de noviembre del año 1958. El protagonista debe reunir el dinero suficiente para invitar a su novia. ¿Qué ocurrirá? Algo tan simple como la vida misma: el adolescente resulta ser un ladronzuelo y borrachín. Gracias a la sencillez del adolescente, sin embargo, los acontecimientos que se suceden a lo largo de estos dos días constituyen un fiel retrato de la realidad.

Eduard Limónov
El adolescente Savenko
o Autorretrato de un bandido adolescente
#limónov #limonov

 

1

 

Eddie-baby tiene quince años. Apoya su figura desgarbada en la pared del edificio de una farmacia y espera. Es 7 de noviembre y hace frío; frente a él desfilan con sus mejores galas los ciudadanos, o las ovejas del rebaño, como él los llama. El rebaño viene de la fiesta que empezó con el desfile de la guarnición de Járkov en la plaza Dzerzhinsky y se dirige ahora a la manifestación. Las masas de proletarios avanzan en columnas desde la plaza que pavimentaron los prisioneros de guerra alemanes, la más grande de Europa, la segunda más grande del mundo después de la de Tiananmen. Eddie-baby conoce el dato porque es uno de los pilares del patriotismo jarkovita.


Los ciudadanos que pasan frente a Eddie-baby son vagos, desorganizados, apenas dirigidos por los representantes sindicales de los tenderos, vendedores, mecánicos y encargados de diversos talleres; en definitiva, pequeño-burgueses. Acaban de salir de casa con la ropa de los domingos, y se nota que antes se han bebido dos o tres vasos de vodka y han comido los típicos platos de los días de fiesta: ensalada «Olivier», salchichas y arenques de los buenos. Los cabeza de familia visten pesados abrigos, chaquetas negras o azul oscuro, corbatas y zapatos nuevos que les aprietan los pies a cada paso, como Eddie-baby puede constatar. Los niños, disfrazados ridículamente de adultos elegantes, comen helado con una mano mientras que con la otra sujetan varios globos de colores. De vez en cuando, inesperadamente, los globos estallan con un ruido semejante al estruendo de las pistolas. Los vestidos y abrigos de las señoras desprenden el típico olor a naftalina: sí, las mujeres cuidan de sus cosas. Eddie-baby frunce el ceño.


Él no es como ellos. Embutido en sus pantalones polacos de terciopelo negro, abrigado por una chaqueta amarilla con capucha, escupe al aire insolente, como el Hamlet del barrio de Saltovsky. Si por él fuera, los mandaría a todos a la mierda. Pero lo que lo preocupa realmente es de dónde va a sacar el dinero que le hace falta.


Necesita doscientos cincuenta rublos, y tiene hasta mañana por la noche para conseguirlo. Le prometió a Svetka llevarla a casa de Sasha Plotnikov. Sasha y sus amigos son de lo más exquisito que hay en el barrio. Juntarse con ellos es un gran honor. Eddie ya ha sido agraciado con ese honor un par de veces. Pero esta vez sus padres se han enfadado y se niegan a darle dinero para la fiesta: por lo visto, les ha impresionado notablemente la última visita a casa del capitán Silverman.
Eddie-baby sonríe con despecho al recordar su arresto. El capitán Silverman se presentó en casa a las seis de la mañana acompañado de dos policías, lo despertó mientras dormía en la terraza, en un saco de dormir que le había regalado la familia Shepelsky, le plantó un papel amarillento en la cara y le espetó: «¡Ciudadano Savenko, está usted arrestado!».


Silverman es un idiota, le gusta impresionar. Se cree que es el comisario Maigret, vistiendo con una gabardina hasta los pies y fumando en pipa. Eddie se sonríe al recordar la cómica y diminuta figura del capitán Silverman, más parecida a Charlot que al comisario Maigret.

Eduard Limónov, El adolescente Savenko o Autorretrato de un bandido adolescente (fragmento del primer capítulo)